Malditos inocentes.

Quizás pueda en dos versos antes de marcharme al infierno
decirte, que me preguntan por ti hasta los viejos y frustrados amantes.

Ellos no saben lo que hacen pues nunca tuve valor suficiente para
decirles, que siempre les fui infiel por un solo roce de tu piel.

De sentimientos contradictorios.

¿Puedo decirte algo en secreto? Pero no puede salir de aquí...¿eh?
Te lo diré en voz baja por si acaso...que ya sabes que la envidia es muy mala.
Ven acércate...

...esto es realmente amor.

Conversaciones de besugos (que se quieren).

A: ¿Qué es lo que quieres oír?

Z: -Las cosas que nunca te dije.

A: -Entonces podría decirte cualquier cosa...

Z: -Vale….pues dime entonces las cosas que nunca me has dicho.

A: -…entonces podría decirte que tienes muy mala memoria.

Más de cien cafés con leche por favor.

Aún tengo en la punta de la lengua
tu color de ojos al despertar.
Medio cerrados para mi supervivencia.
Incontenibles por la falta de palabras.
No los abras todavía que es demasiado
pronto y no hay café hecho.

Necesitaré una cafetera entera para poder soportarlo.

Esto y aquello.

Entre las limitaciones de las palabras y
las que yo misma me auto impongo,
no sé cómo decirte esto y aquello.

No es que simplemente te quiera porque
ya lo hice hace demasiadas primaveras,
y a veces hasta me arrepiento.

Tampoco se trata de preguntarte si
tú me quieres o sólo me has querido,
no se me da nada bien conjugar verbos.

Ni siquiera pretendo que le encuentres
o no le busques sentido alguno,
porque eso nunca fue lo nuestro.

Solamente quiero decirte sin compromisos
ni alcohol ni entrelíneas traicioneras,
que hagas el favor de darme un beso.

Y que lo demás si nos apetece... ya lo iremos viendo.

Otro café con leche por favor.

Se me hace inevitable tu boca intoxicada
de café y nicotina.
Desparramando sobre la mesa aquella luz
de la mañana.
Tanto azúcar en los labios.
Tantas ganas de endulzarme a mordiscos.

Tenerte cerca a esas horas debería estar contraindicado.