
Castigo divino son
tu cuerpo y el mío.
Equivocadas formas de
un mismo destino.
Mi alma en tu boca,
tu corazón en mi sombra.
Hijos de un mismo
Dios endemoniado,
heridas sangrantes
de otros seres humanos.
Tu cuerpo y el mío.
Penitencias de otros tiempos,
que creíamos eternos.
Sollozos que hasta
hoy aún recuerdo.
Dos diferencias irreconcilliables,
que una vez fueron reales.
La vida y la muerte
de un amor,
abnegado una y otra vez
al mismo error.
Tu cuerpo y el mío.
Finales abruptos ellos
caminando sin indulto.
Cada uno a un ritmo
por el mismo acto impuro.
Sinsentidos entrelazados aquí,
que lejos se volvieron a unir.
Perfectos uno para el otro
una vez atemporal,
condenados en esta vida
a no poder encajar.
Tu cuerpo y el mío.
tu cuerpo y el mío.
Equivocadas formas de
un mismo destino.
Mi alma en tu boca,
tu corazón en mi sombra.
Hijos de un mismo
Dios endemoniado,
heridas sangrantes
de otros seres humanos.
Tu cuerpo y el mío.
Penitencias de otros tiempos,
que creíamos eternos.
Sollozos que hasta
hoy aún recuerdo.
Dos diferencias irreconcilliables,
que una vez fueron reales.
La vida y la muerte
de un amor,
abnegado una y otra vez
al mismo error.
Tu cuerpo y el mío.
Finales abruptos ellos
caminando sin indulto.
Cada uno a un ritmo
por el mismo acto impuro.
Sinsentidos entrelazados aquí,
que lejos se volvieron a unir.
Perfectos uno para el otro
una vez atemporal,
condenados en esta vida
a no poder encajar.
Tu cuerpo y el mío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario