
Tú tan bien como yo sabes, que la paradoja del amor es no saber quererse simultáneamente.
Que si yo te quise un-período-casi-eterno-de-tiempo, tú me quisiste tanto… y tan pronto.
Que cuando me quieres de repente, yo ya he bajado las escaleras. Que cuando
te vuelvo a querer perdidamente…tú ya te has dormido.
Y no nos da tiempo a querernos a la vez.
No encontramos el momento exacto.
Sincronizado. Definitivo.
Me quieres cuando no debes.
Te quiero cuando no puedo.
Sólo nos queremos a destiempo.
Pero no me importa demasiado. Te querré todos los lunes, miércoles, viernes y algún que otro domingo. Aunque tú me quieras toda la vida solamente los días “pares”.
Porque esa es la verdadera paradoja, de si no todo el Amor, este el nuestro.
Que a pesar de imposible es jodidamente perfecto.