No existen aún palabras
suficientes que puedan describir lo que tú me haces sentir. No encontraré jamás
en ellas ni un uno por ciento de lo insignificante que me siento ante la mera
contemplación de la forma de tu clavícula. No creo que sea posible alguna manera
de decir que te quiero hasta la desesperación. Que seguir enamorada de ti es
simplemente un peligroso eufemismo en nuestra historia.
No sería capaz ni en una
vida entera de poder expresar lo que tú representas. Eres más que toda la
belleza que conozco. Eres infinitamente mejor que cualquier deseo que se pueda
cumplir. Eres todo silencio abrumador. Eres cada oportunidad, cada lágrima,
cada decisión. Y aún así eres algo inexplicable. Precioso e inalcanzable.
Tangible e inventado. Mortal y maravilloso.
Intento una y otra vez
sacarte de mi pecho y hacerte palabra al menos, pero es inútil. Ninguna
combinación de letras es exacta. No hay idioma en el que se te pueda definir.
Ni libro en que te pueda contener. Te tengo tan adentro que transformarte en
realidad es jugarse la vida. Es injusto e imperdonable. Es utópico y aberrante.
Un suicidio inminente.
Asi que mientras tanto te retengo
con todo el corazón. Te delimito con los labios sellados y las pupilas
desbordadas. Te poseo en cada sueño y te vuelvo a perder. Te absorbo y te
transpiro a cada paso. Te rezo antes dormir. Te espero aunque no sepas
regresar. Te admiro lentamente como si al tocarte pudieras desaparecer. Te
anhelo solamente a ti. Y te amo cada día, como si fuera hoy la primera y la
última vez que lo hiciera.

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