lunes, 28 de marzo de 2011

Todos mis amores

I

Pobre de mi que caigo siempre

en la misma trampa,

de amar a las criaturas más bellas.


Pues las amo profundamente por

ser endiabladamente inaccesibles,

más que por su propia belleza.


II

Ni una duda me surge sin embargo

a la hora de adorarlas,

con pura devoción y a ciegas.



Buscando en sus cuerpos intactos

y corazones salvajes,

a la criatura más perfecta de todas ellas.


III

Pero ni una vida me será suficiente

en esa imposible causa,

de no desesperar en el empeño de poseerla.



Pues me condené hace un siglo ya

a enamorarme únicamente,

de la criatura más extraordinaria que existiera.

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